Clases de idiomas en mi empresa: los 5 errores más típicos.
Aprende a aprovechar al máximo tus recursos para formación.
Tienes una comida de trabajo y, ya en la sobremesa, sufres un terrible malentendido al preguntar a tu cliente indio si le ha gustado el pollo. Vuelves al trabajo y pides por error a tu proveedor de recambios de oficina, 1.000 unidades de paquetes de folios en lugar de 100. Ya en casa, tu jefe te recomienda por Linkedin un vídeo de un pakistaní en una TedTalk: “Lo comentaremos mañana”. No entiendes una palabra. Tragas saliva ruidosamente.
Es muy probable que al día siguiente, justo después de terminar tu edificante charla con tu jefe (“Muy interesante el vídeo. ¡Y qué rápido hablaba!”) le deslices la posibilidad de montar unas clases de inglés en la empresa. Lo más probable es que reciba la propuesta con interés. También que delegue en ti todos los aspectos organizativos. Y ahí es cuando pueden empezar tus problemas.
¿Cómo organizo clases de idiomas en mi empresa?
En Camonclass llevamos más de 10 años ayudando a empresas en esta tesitura. No es sencillo organizar la formación de idiomas en una empresa, y se suelen cometer los mismos errores constantemente. Como no hay mejor manera de aprender que de los errores, aquí os comentamos los que hemos encontrado con más frecuencia todos estos años.
Sabemos adónde vamos, ¿y de dónde venimos?
Lo primero a la hora de organizar un grupo para clases de idiomas es saber el punto de partida, esto es, el nivel de cada alumno y sus puntos a mejorar. Muchas veces se arranca un grupo bajo la máxima de que todos tienen el mismo nivel, cuando eso casi nunca sucede, y eso es un error grave. Herramientas como el TOEIC nos permiten ver el nivel exacto de cada alumno, así como sus áreas más fuertes y débiles, lo que nos permitirá, no sólo medir la evolución del alumno en la formación, sino auditar al centro que nos está formando. En resumidas cuentas: conocer nuestro punto de partida es esencial.
Objetivos: mejor tenerlos claros.
Los objetivos a la hora de recibir clases de idiomas pueden ser múltiples: desde asentar un conocimiento básico a aprender a manejarnos en usos especializados (por teléfono, en áreas como la jurídica, la médica, etc). Lo más importante es saber hacia dónde vamos. Fijar objetivos claros también nos permitirá dar mejor uso a nuestros recursos, que generalmente suelen ser limitados. Cuando esto sucede, en lugar de ofrecer formación a muchos empleados, quizás debemos de plantearnos si no sería mejor idea ofrecerla sólo a los que más la necesitan y optimizar recursos, quizás dando una formación más intensa a menos personas.
Diversidad de niveles: ¡cuidadín!
En Camonclass siempre recomendamos realizar una prueba de nivel antes de arrancar con clases de idiomas. De hecho, en nuestra página web tenemos una estupenda prueba de nivel online a disposición de todo aquel que la quiera realizar.
Un error muy común es agrupar a alumnos con niveles muy dispares en el mismo grupo. El resultado lo conocemos todos: los que tienen un nivel muy alto se aburren y los que tienen un nivel bajo están más perdidos que Spiderman en un descampado. Sabemos que lo hacéis de buena fe, pero quitáoslo de la cabeza: meterlos a todos en el mismo grupo es muy mala idea. Es mejor centrarse en los de nivel bajo y pedir a los de nivel alto que trabajen en casa o que hagan un curso online. Mezclar suele ser malo, y en esto también.
¡Queremos solo conversación!
Otro clásico imperecedero es el cliente a quien la palabra gramática le suena igual que ébola o auditoría. Entendemos que el método gramatical (el de toda la vida, centrado en vocabulario y los rudimentos de la lengua: sintaxis, gramática, etc) puede ser un rollo, pero es imprescindible pasar por ello para llegar al siguiente nivel. Tratar de centrar un grupo en la conversación cuando no se tienen estos conocimientos es como jugar al baloncesto si saber el reglamento y con las manos atadas a la espalda.
El Fantasma del Absentismo.
Muchos adolescentes de la ESO, reñidos por sus progenitores cuando alguna vez hacen novillos, se quedarían patidifusos al comprobar el nivel de asistencia de sus padres a las clases de idiomas que organizan en su empresa. Es cierto que los hijos suelen acabar en los recreativos y los padres sepultados por una pila de documentos, pero el resultado es el mismo: un desperdicio de recursos. Así que, antes de organizar unas clases en tu empresa, asegúrate de que los alumnos están comprometidos con la causa.
Los horarios, un aliado o un enemigo.
Al hilo del absentismo, otro factor de gran importancia a tener en cuenta es el horario de las clases. Muchas empresas eligen el horario de tarde, al final de la jornada laboral, para realizar clases de idiomas. Quizás sea lo más cómodo a nivel organizativo, pero por nuestra experiencia los alumnos suelen estar tan receptivos como Mariano Rajoy en un congreso de logopedia. Si es factible, un horario a primera hora de la mañana o en el break del mediodía (si lo hubiere) es mucho más recomendable. O directamente optar por un curso online, que te da toda la flexibilidad que necesitas.
Profesor nativo ¿siempre?
Nuestra respuesta a esto es muy clara: no. Para niveles iniciales, un profesor con grado en filología y profundo conocimiento de ambas lenguas va a guiar mejor a sus alumnos que un profesor nativo el 90% de las ocasiones. Eso sí, a partir de un nivel intermedio, mejor cambiar a un nativo. A partir de ese nivel el aprendizaje debe de ir virando poco a poco al método comunicativo, y ahí un profesor nativo marca la diferencia.
Esperamos que estos consejos os ayuden a organizar vuestra clase de idiomas. Lo más importante, en cualquier caso, es la motivación: fijaos un punto de arranque y un objetivo y trabajad duro. Los resultados llegarán solos.
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